Figura 1. Figura 1. El Dr. Fortunato Benaim dictando una conferencia en la Asociación Médica Argen...

Fortunato Benaim provenía de una familia marroquí asentada en Mercedes, provincia de Buenos Aires. En esta ciudad nació el 18 de octubre de 1919. Hijo de Simón Benaim y Alegrina Bensadon, tuvo dos hermanos: José (neurocirujano) y Salvador (ingeniero).

Realizó sus estudios primarios y secundarios en Mercedes. Siendo niño, en la época del cine mudo, tocaba el violín en un biógrafo de Mercedes. Sus estudios de medicina los cursó en la Universidad de Buenos Aires y los costeó tocando en una orquesta típica de tango. La ejecución de este instrumento lo acompañó a lo largo de toda su vida. Se graduó de médico en 1946.

Sus primeros años como médico los hizo en el Servicio de Cirugía General del Hospital Argerich, y fue allí donde se inició en la cirugía plástica, formando un sector para dicho Servicio.

En 1952, obtuvo el título de Doctor en Medicina con su tesis “Fisiopatología y tratamiento de las quemaduras. Resultados obtenidos con el injerto de piel”.

La obtención de la Beca Williams (propuesta por el Dr. Héctor Marino) para perfeccionarse en EE.UU. fue decisiva para que se dedique al estudio de los quemados. En Nueva York visitó el Servicio de Cirugía Plástica del Dr. Herbert Conway, en Galveston, Texas; el Servicio del Dr. Truman Blocker, y en San Luis, Misurí, el Servicio del Dr. James Barret-Brown.

Desde 1956 hasta 1984 fue director del Instituto de Quemados, Cirugía Plástica y Reparadora.

En 1981 creó la Fundación que lleva su nombre, de la cual fue director médico. Fue también director del “Centro de Excelencia para la Asistencia de Quemaduras” (CEPAQ), que la fundación instaló, en 1997, en el Hospital Alemán de la Ciudad de Buenos Aires. Fundó la Asociación Pro Ayuda al Quemado (APAQ) en el barrio de Belgrano. En todos estos lugares demostró sus condiciones naturales para la organización y la gestión institucional.

Creó un sistema de clasificación, evaluación y normas de tratamiento clínico y quirúrgico de los pacientes quemados que fue aceptado y usado mundialmente.

En 1974 integró, como profesor titular de la asignatura “Quemados y sus secuelas”, la Carrera de Posgrado de Cirugía Plástica de la Facultad de Medicina de la USAL.

En 1977, replicaron este proyecto en la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (SACPER) y en la Asociación Médica Argentina (AMA), y lo llamaron “Curso Superior de Especialización en Cirugía Plástica (trienal)”. En ambos sitios se formaron numerosos especialistas argentinos y de Latinoamérica.

Fue Profesor en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en la Universidad del Salvador (USAL). Vice decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), y Miembro del Consejo Académico y Consejo Superior de la UCES.

En el ámbito latinoamericano, durante las décadas de 1940 y 1950, tuvo una actuación destacada y fue uno de los profesionales que fomentó el desarrollo de la especialidad en el continente. Por esta razón fue distinguido como Miembro Honorario y/o Correspondiente de Sociedades de Cirugía Plástica y de Quemados de Latinoamérica, Norteamérica y España.

Fue designado Maestro de la Medicina Argentina (La Prensa Médica Argentina).

Incentivó la creación de centros y la formación de profesionales en el diagnóstico y tratamiento de los pacientes quemados. Por ello su fama se extendió al resto de América y a los demás continentes, donde fue distinguido en distintas oportunidades. Se lo considera como un “maestro” con gran admiración y respeto.

Benaim fue un hombre excepcional, siempre optimista y perseverante. Miles de anécdotas. Abrazó la vida como nadie.

Después de haber ganado en Europa uno de los premios más importantes de la especialidad, que además incluía un interesante estipendio, contrató un barco y compartió con sus allegados un espléndido viaje por el mar Mediterráneo, solventado por él.

El disenso era su herramienta cotidiana. Y el respeto a sus colegas y enfermos era su obsesión. Siempre buscaba el lado bueno de las cosas. Su frase de cabecera: “Solo cumple con su deber aquel que va más allá de su obligación”.

Su trayectoria fue la de un hombre que empezó en el llano y llegó a ocupar los más altos cargos de la medicina, incluyendo la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, la Asociación Argentina de Cirugía, la Asociación Argentina de Quemaduras, entre otras. Ocupó el sitial Nº 13 de la Academia Nacional de Medicina. Rotario de alma. Su amor a la profesión y al prójimo nunca decreció a lo largo de su vida.

Recordemos su decálogo de la vida y las tres etapas de la trayectoria profesional:

1. Nunca cansarse de volver a empezar. No bajar los brazos, volver a intentar.

2. No ser benévolo con la autocrítica, no creer que todo lo que uno hace está bien, siempre hay algo que no está tan bien.

3. Tener proyectos y realizarlos debe ser un permanente objetivo.

4. Si hay vocación, si aprovecha la oportunidad, si agrega esfuerzo y dedicación continua, el reconocimiento será el resultado.

5. Comenzar las actividades a la hora pactada para no castigar a los puntuales.

6. Cumplir con las obligaciones sin tener en cuenta lo que los demás no hacen.

7. Fijarse un objetivo y mantener el rumbo sin desvíos hasta lograrlo.

8. Lealtad, honestidad y culto a la verdad, debe ser el trípode de sustentación de la acción diaria.

9. No justificar los errores propios adjudicándolos a terceros.

10. La permanente exigencia del proceder personal es el único camino para perfeccionar los resultados.

Benaim definía que en la trayectoria profesional hay básicamente tres etapas sucesivas:

1. Capacitación: en la que cada uno de acuerdo con la actividad que ha elegido o su vocación, se prepara para el resto de su vida.

2. Producción: una vez terminada la capacitación, se trabaja cada una de sus respectivas actividades

3. La cosecha.

Estas pérdidas valiosas nos hacen reflexionar sobre distintos aspectos de nuestra existencia y nuestra relación con los otros y el medio que habitamos y compartimos. La vida pasa y cada uno de nosotros también. Su ausencia física será muy dura, pero permanecerá siempre con sus enseñanzas y su forma de vivir.

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Académico Fortunato Benaim (18/10/1919 - 24/09/2023)

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